La XII Feria de Pescadores Artesanales comienza hoy y estarán abiertas sus puertas hasta el 4 de abril en el Club Social y Deportivo de Puerto Madryn. La Asociación de Pescadores Artesanales APAPM ha decidido a partir de este año ponerle a la Feria el nombre de “José María Lobo Orensanz” en homenaje al investigador que hace dos meses los dejó pero que ha dejado para siempre su impronta.
Desde que se produjo el fallecimiento de Lobo Orensanz el 5 de enero, hemos tenido la oportunidad de leer las más maravillosas definiciones sobre este hombre que caló hondo en la comunidad científica y de pescadores, transformándolas en donde él estuviese presente. Desde Puerto Madryn a Seattle, todos aquellos que tuvieron la grata experiencia de compartir su sabiduría y candidez, han dado muestra de enorme respeto y agradecimiento por quien supo guiarlos no solo en la administración de pesquerías sino en una forma de vida particular y sobresaliente.
Lobo Orenzanz se formó como zoólogo en la Universidad de la Plata pero al poco tiempo se involucró en la evaluación y gestión de pequeñas pesquerías artesanales que capturaban poblaciones bentónicas y en los primeros años de la década de 1970 asesoró a la Provincia de Chubut para prohibir el sistema de rastra para la pesca de vieiras que dañaba el fondo marino y modificarla por la recolección por buceo, un método mucho más selectivo. La dictadura militar lo obligó a dejar el país y entonces profundizó sus estudios realizando su segundo posgrado en la Escuela de Pesca de la Universidad de Washington.
“Mientras estudiaba y trabajaba como investigador científico y profesor de la Universidad de Washington, se convirtió en activista en la conservación y manejo de las pesquerías bentónicas en la región del Pacífico Noroeste. Estuvo involucrado en un litigio en materia de derechos de marisqueo, apoyando a los grupos indígenas locales. También documentó la pesca excesiva de crustáceos en el Golfo de Alaska y llevó a cabo una amplia investigación sobre la dinámica reproductiva de una variedad de cangrejos y sus implicaciones relativas a la sobrepesca», describen en la página de la Organización PEW Trust de los Estados Unidos.
Lobo se desempeñaba como Investigador Principal del CONICET en el Centro Nacional Patagónico (CENPAT) y fue un pionero para la región del Mar Patagónico en aspectos relacionados con las pesquerías de mariscos del fondo marino. Trabajó incansablemente para establecer conceptos como la gestión basada en el ecosistema, el manejo adaptativo con monitoreo constante, la participación de la comunidad en el cuidado de las pesquerías costeras y la conservación de los fondos marinos. Uno de sus logros fue la protección del Golfo San José, en la provincia de Chubut.
Desde El Foro para la Conservación del Mar Patagónico y Áreas de Influencia recuerdan entre sus tantos aportes la intervención en 2007 en el Panel de Expertos que dio los lineamientos iniciales al proyecto del libro “Síntesis del estado de conservación del Mar Patagónico”, como así también la producción de un informe técnico para el libro electrónico sobre el estado del Mar Patagónico, en coautoría con su mujer Ana Parma y la investigadora Eugenia Bogazzi, “con una opinión profesional sobre los efectos ambientales de la pesquería industrial de vieiras en la zona del talud continental de la Argentina”.
Destacan además que “fue el inspirador de la conservación del sector conocido como banco Burdwood, cuyo fondo marino alberga especies de invertebrados únicas y poco conocidas. Luego de un largo proceso, una ley sancionada en 2013 creó el área marina protegida Namuncurá en ese sitio. La eficaz conservación a perpetuidad del banco Burdwood será un digno homenaje para el querido Lobo”, concluyen.
La vida de Lobo fue intensa y por donde pasó no dejó solo un grato recuerdo sino que forjó proyectos concretos que ayudaron a cambiar la vida de los más humildes. Investigadores del Instituto de Fomento Pesquero de Chile, señalan a Lobo como un orientador y un permanente estudioso del manejo pesquero, “en particular del manejo por las comunidades de pescadores artesanales” que posteriormente, “se transformó en un referente obligado en diversas actividades de asesoría a la Subsecretaría de Pesca; del Proyecto de Seguimiento de las Pesquerías Bentónicas y de diversos proyectos de Áreas de Manejo”.
Pero lo más llamativo es que tanto desde los Estados Unidos, Chile, México o la Argentina cuando se habla de Lobo, no pueden los investigadores, al margen de destacar su gran conocimiento en materia pesquera, dejar de describir su calidad humana. Su ingenio, su generosidad y carácter afable son conceptos que se repiten en cada escrito que distintas instituciones del mundo tuvieron la necesidad de publicar en su homenaje.
El periodista de divulgación científica Alejandro Cannizzaro supo recopilar, a pocos días de su fallecimiento, una crónica impecable en la que se plasma el sentir y la experiencia vivida por varios de sus colegas del CENPAT.
Para Rolando González, director del CENPAT, “el Lobo fue la persona que me enseñó con su trabajo y sin haber leído la definición del término, lo que era hacer vinculación tecnológica y social en su sentido más genuino. Lobo generó con los pescadores artesanales una relación de intercambio de saberes muy intensa y de igual a igual con resultados y productos concretos. Impactó positivamente en la economía y en su vida.
Ana Cinti, además de describirlo como “el mejor profesor que un estudiante pudiera tener”, brinda algunos detalles del diario vivir de Lobo que describen con claridad la clase de persona a la que nos estamos refiriendo: “Solía organizar lo que él llamaba los cordero workshops, cenas informales en las que juntaba a gente muy diversa del mundo académico, a pescadores, administradores, para que se conozcan, mejoren y entablen relaciones. Estas reuniones tenían una intencionalidad oculta y clara. Lobo se regocijaba, las disfrutaba mucho. Tuvieron un impacto concreto, palpable en las decisiones tomadas a lo largo de las últimas dos décadas en las pesquerías artesanales del Golfo San José”.
El investigador Néstor Ciocco, quien años atrás fuera director del CENPAT, explica que Lobo siempre buscó desde su trabajo propender a sistemas de manejo de las pesquerías que procuraran la sustentabilidad: “Él combinaba excelencia académica y rigor científico pero a la vez tenía una sensibilidad especial con los actores sociales. Genuinamente lo que más le preocupaba era que los pescadores y sobre todo los de pequeña escala, los que operan sin un capital importante, pudieran sostenerse. Mantenía con ellos una relación de pares basada en el respeto e involucrándose en los sistemas de organización”.
Cuando habían pasado tan solo 10 días de la triste partida de Lobo, la Universidad de Washington, Seattle, creo el «Fondo Lobo Orensanz de Apoyo al Estudiante» con el objetivo de “continuar con el legado de Lobo y para reflejar su compromiso con el aprendizaje en todos los niveles, la Facultad de Ciencias Acuáticas y Pesqueras “.
Hoy la Asociación de Pescadores Artesanales de Puerto Madryn, con quienes compartió arduo trabajo, cenas, charlas y viajes, le brinda un gran homenaje, dándole su nombre a la Feria que ya está en su XII edición pero que este año tendrá un sentido especial. El desarrollo de esta comunidad será posible, sin lugar a dudas, gracias al maravilloso aporte de Lobo Orensanz.