La quiebra de Frigorífico Del Sud Este, que en este 2023 cumple ochenta años desde su fundación, no delata cambios importantes en sus instalaciones aunque sí el ritmo luce parsimonioso con los trabajadores todavía de vacaciones.
Ciro D´Antonio ya no ocupa la oficina de la planta baja como encargado del departamento de Comercio Exterior sino que ahora hay que subir una delgada escalera hasta el primer piso para encontrar un despacho más amplio y luminoso. En una pizarra asoma una larga lista de empresas pesqueras a las que el frigorífico presta servicios.
Después que la justicia decretara la quiebra a fines del año pasado, el directivo cuenta cómo fue posible llegar hasta acá con el frigorífico en marcha, sin estallidos y garantizando las fuentes laborales.
“Antes de decirte dónde estamos parados hoy, dejame que te resuma la historia de los últimos años”, pide el directivo. “Hace cuatro años el frigorífico decide presentarse en concurso preventivo de acreedores. Un año después, viendo que no puede revertir la situación dado que la mayoría de los créditos eran en dólares con entidades bancarias, por prefinanciación de exportaciones, el frigorífico decide pedir su propia quiebra”.
REVISTA PUERTO: ¿De qué deuda estamos hablando?
CIRO D’ANTONIO: Unos 6 millones de dólares, algo impagable pero que se tomó siempre con la mejor intención de hacer las cosas bien. Los socios provienen de una familia alemana, jamás hubo un retraso en el pago de un impuesto, una carga social. Están los libros… Ya en 2001, cuando varias empresas se cayeron, ellos vendieron un campo para saldar las deudas. Otros refinanciaron y terminaron con quitas y pudiendo pagar con bonos… Pero volvamos a la quiebra; desde que se pidió hasta que se decretó pasaron muchas cosas. Cambió el juez; el que atendía la quiebra pasó a camarista. La causa la toma un juez subrogante. Luego viene la pandemia con todas las complicaciones conocidas. Desde el pedido de quiebra a la fecha pasaron más de tres años. la quiebra se decretó recién en noviembre pasado.
RP: ¿Qué rol cumplió en todo este proceso?
CD: En este tiempo también cambiaron las autoridades del frigorífico. Los dueños originales renuncian todos a sus cargos en el directorio, se fueron a vivir al exterior y la Cooperativa del Norte, que trabajaba como prestadora de mano de obra del frigorífico, se hizo cargo como gerenciadora. Yo tenía un doble rol, me encargaba de comercio exterior en el frigorífico y a la vez presidía la cooperativa que tiene su planta en Pescadores y San Salvador.
RP: ¿Qué cantidad de fuentes laborales estaban en juego con la quiebra?
CD: En ese momento había 60 operarios en el frigorífico, 60 en la cooperativa, y me incluyo. Éramos un total de 120 personas que nos quedábamos sin trabajo si el frigorífico cerraba, que era algo que debía determinar la justicia. Desde la Cooperativa alquilamos un sector para poder continuar con la explotación. La pandemia estiró todos los plazos y llegamos a la quiebra con este instrumento de explotación. Se informa mensualmente al juzgado y la sindicatura tiene una oficina acá al lado y vienen dos o tres veces por semana, charlamos y mantienen un conocimiento de las decisiones que vamos tomando.
RP: ¿Qué pasó con los trabajadores del frigorífico?
CD: Cuando el juez decreta la quiebra el personal queda desvinculado del frigorífico y pasa a tener créditos laborales de privilegio para cobrar la indemnización según corresponde ante estas circunstancias. Al día siguiente fueron incorporados todos a Cooperativa del Norte como nuevos socios. Todos no, hubo cuatro que no aceptaron, otros que en este tiempo se habían jubilado. Quedaban cuarenta y cuatro y se pasaron cuarenta. Para esto la cooperativa había crecido un poco y ya éramos ochenta asociados. La figura hoy es la cooperativa que tiene la explotación comercial de Sud Este, el juzgado autorizó eso como forma de preservar las fuentes de trabajo y los trabajadores iniciaron el incidente para verificar los créditos laborales en el juzgado para cobrar lo antes posible, aunque llevará un tiempo.
RP: ¿Del Sud Este tiene bienes para liquidar?
CD: Sí, el frigorífico tiene bienes para liquidar y hacer frente a esos créditos. Pero es un proceso posterior que posiblemente tarde un tiempo. La quiebra con continuidad le da el control del frigorífico a la sindicatura. Hoy los bancos no muestran hostilidad. Hay una hipoteca, sí, con el Banco Macro; pero no tenemos deudas con proveedores, le compramos pescado a quien entienda nuestra situación. Pero no cambiamos cheques, no pedimos créditos bancarios; es el compromiso de palabra, y tengo que agradecer porque muchos nos han ayudado un montón. Y yo me siento reconfortado porque pude ser artífice de un final feliz.
RP: ¿Cómo hicieron para poder mantenerse?
CD: Vos te vas a reír pero invertimos las utilidades de la Cooperativa y pusimos plata en el frigorífico. Muchos nos decían que estábamos locos pero era la única forma de sacarlo adelante e impedir que se transformara en otra caja vacía como ya había pasado con Costa Brava o Loba Pesquera. Antes teníamos tres clientes principales, ahora firmamos veintitrés contratos con empresas que exportan desde acá. A algunos les prestamos servicio de mano de obra y otros almacenan su producción. Mantuvimos los certificados de habilitación con China y Rusia y eso también ayudó. Compramos un giro freezer y un par de montacargas. Esa continuidad que pudimos lograr permite tener otra esperanza. Hoy hay interesados en comprar los créditos laborales para tener una continuidad desde otro lado. No es difícil vender algo funcionando. Es imposible si se para.
RP: ¿Ustedes están interesados en comprarlo?
CD: No, no, a mí no me queda mucho más. Toda la vida pensé que el día que me jubilara dejaría de trabajar. Y llegó ese día y me di cuenta que me gustaba lo que hacía y que me daba energías, lo disfrutaba. Estoy para un par de años más. El hecho de que nosotros tuviésemos que seguir laburando por supervivencia hizo que lo conserváramos de pie, pero eso implicó mantenerlo y mantenerlo fue ponerle mucha guita. Hicimos una nueva estación de cargas. Teníamos capacidad para hacer entre cinco y seis cargas semanales, ahora hacemos diez por día. Mientras todo el mundo discutía nosotros agachamos la cabeza y seguimos laburando y poniendo plata y todo volvió. Con el giro freezer firmamos contrato con Wall Mart y el año pasado pudimos hacer pelado y devenado para Estados Unidos. Por suerte salió bien y eso me reconforta. Ya tengo 66 años, estoy para un par de años más, saludar a cada uno, darle las gracias e irme a mi casa a disfrutar de mis nietos. Hoy (por este martes) los juntamos a todos al mediodía y trajimos artistas que ofrecieron un minirrecital de folclore con zambas y chacareras. Vamos a cerrar los accesos por la calle Larrea y se pintará un mural… Hemos generado muchos trastornos a los vecinos y en la medida en que podamos, queremos repararlos.