Un grupo de obreros del pescado acampan frente al frigorífico Ostramar en Guanahani al 3100 del barrio puerto en Mar del Plata en reclamo de la registración laboral.
Son 16 trabajadores, 14 fileteros y 2 peones, que tienen entre 15 y 20 años de antigüedad en lo que en la industria se conoce como “Owencoop”, una cooperativa que funciona en San Salvador y Gianelli, que oficia de fasonera de Ostramar en el reproceso de pescado, principalmente merluza.
“No estamos trabajando casi nada; 6 veces en lo que va del año, apenas unas horas por día y el garantizado que nos daba no alcanza para nada”, cuenta Luis Lovera, “con v corta”, aclara el filetero con casi 20 años de trabajar en estas condiciones.
Es viernes a la tarde, el grupo de acampantes ha tendido una lona negra sobre el playón de uno de los accesos del frigorífico. El sol de la primera tarde marca un calor agobiante. Una caja térmica olvidada estacionada sirve apenas de reparo.
Unas gomas acaban dispersas unos metros más allá de Guanahani, hacia la costa, acaban de encenderse y comienzan a desprender calor y el característico humo negro que torna todo aún más agobiante.
“Prendimos fuego porque nos acaban de decir que van a dejar de pagarnos el garantizado. Son 16.900 pesos por semana. Cuando no hay trabajo eso no alcanza para nada”, agrega Daniel Alaniz, otro de los fileros del grupo. “A la mañana nos dijeron que lo mantenían (al garantizado) pero ahora no”, reveló.
Lo acompaña Ezequiel Gauna, otro filetero que tiene 36 años y desde los 14 trabaja en el lugar. “No es la primera vez que solicitamos la registración, hemos ido al Ministerio varias veces pero siempre se niegan y se tienen que hacer responsables. Son los dueños del pescado. Lo único que queremos es trabajar”, acota.
En la planta ex “Owencoop” en total son 27 trabajadores. El resto del grupo no reclama porque son familiares del dueño, Omar Baigorria. “Estamos colgados de la luz y del agua corriente. Trabajamos en condiciones muy malas pero no te queda otra porque no hay otra cosa, esta difícil”, dice Alaniz.
Hasta ahora la empresa lejos de ofrecer la registración, hizo una oferta de arreglo. “Ofertaron entre 200 y 600 mil pesos. Por 22 años de trabajo… es un insulto a nuestra dignidad”, dijo el filetero Gauna.
Los trabajadores se turnan para pasar la noche en el campamento improvisado al lado de la caja térmica. Aseguran que no están impidiendo el normal desarrollo de las tareas en Ostramar y que se quedarán en el lugar hasta que encuentren la respuesta que vinieron a buscar. O la empresa eleve el monto de los arreglos indemnizatorios.
La historia reciente marca que en el marco de estos conflictos nunca nadie logró la registración. Apenas un reconocimiento más o menos digno a los años en que fueron explotados, pero quedando en la calle.