El magrú apareció en los muelles del puerto de Mar del Plata en medio de dos zafras de resultados disímiles. Lo trajeron algunos barcos que se volvieron anticipadamente de la temporada de langostino en aguas nacionales como el “Ciudad Feliz” o que participaron de la de corvina en la Bahía Samborombón, con mejores resultados, como el “Fides Fe II”.
Este medio pudo observar la descarga del “Estefany”, un barco de la flota costera, con la carga incompleta, 900 cajones, porque perdió un equipo en zona de pesca, a veinte horas de Mar del Plata en el área de El Rincón, donde se encuentran las mayores concentraciones a esta altura del año.
El pescado viene sin hielo y casi que rebalsando en los cajones que retira de la bodega el guinche y acomodan en el camión los estibadores de Cootape, una de las empresas habilitadas por el Consorcio.
Ninguno de los trabajadores de la estiba usa casco ni ningún otro elemento de seguridad. Cuando en el trayecto, de la boca de la bodega a la caja del camión, el movimiento ondulante de la carga pierde algún magrú, un viejo pescador de la banquina lo aparta y lo coloca en un carrito que atesora entre sus piernas.
“El pescado todavía es chico”, cuenta Vicente, el encargado de controlar los movimientos de la carga y su destino final hasta Natusur, la conservera que compró la materia prima que trajo el “Estefany”.
El sereno del barco también lleva anotaciones y el inspector que debería controlar el peso de los cajones está sentado en su auto, guareciéndose del viento que cruza el muelle y trae el fuerte aroma del par de lobos marinos que descansan a un par de metros. Deben estar esperando la balanza, que brilla por su ausencia.
El “Estefany” vuelve a salir a pescar al día siguiente, sobre todo para buscar el equipo que perdió e impidió que pudiera llegar completo. Se suma a una flota que integran también los pesqueros “Francesca”, “Veraz”, “Júpiter II”, “Don Franco”, “Rocío del Mar”, “Floridablanca”, “Nono Pascual”. “Son como una docena de barcos que armaron para magrú”, acota Vicente.
El precio que se paga por el magrú en el inicio de la temporada oscila entre los 350 y 300 pesos por kilo. Las conserveras aguardan por un mejor tamaño a medida que avance la temporada, pero igual lo valoran para darle continuidad a las líneas de producción que estuvieron ocupadas estos meses con la anchoa que llegó desde Rawson.
“Desde que llegaron los primeros barcos se está pagando entre esos valores”, dice Alejandro Pennisi, de Natusur. Veremos cuánta es la merma en el precio cuando se sumen algunos otros jugadores en la zona de pesca y la oferta se amplíe.
Además de Natusur, las otras empresas que quedan en el rubro son Marbella, Marechiare, Puglisi y La Campagnola. Si bien en Arcor se especializan en los lomos de atún que reprocesan luego de importarlos de Ecuador, con las restricciones a las importaciones han destinado espacio para la producción de caballa y están comprando materia prima que trae la flota marplatense.
“Nosotros no hemos comprado hasta ahora magrú. Sacamos ayer (por el miércoles) al “Argentino” por lo que trabajaremos con materia prima propia”, contó Verónica Angelleri, de Marechiare. La conservera concluyó sus reformas en la planta y en estas últimas semanas también estuvo procesando anchoa de Rawson, “de excelente calidad”, agregó.
La Captura Máxima Permisible de caballa, del stock al sur del paralelo de 39° Sur, alcanza las 30 mil toneladas. Hasta el pasado 29 de agosto se habían declarado desembarques por 1.110 toneladas, en tanto de la perteneciente al stock al norte del paralelo de 39° Sur, se asignaron 14.200 toneladas y se llevan descargadas 298 toneladas.