La prestigiosa investigadora argentina miembro del CONICET, Ana Parma, habló con REVISTA PUERTO acerca del estudio que realizó junto al afamado investigador Ray Hilborn sobre los efectos de la pesca de arrastre en distintas regiones del mundo, que incluyó a la Argentina. Brindó detalles de la metodología de estudio, de los resultados hallados y se refirió al peligro de demonizar una actividad sin una base científica contundente. También puso de manifiesto la profundización sobre esta temática que se ha puesto en marcha en nuestro país luego de que las autoridades pesqueras entendieran la importancia de ampliar el conocimiento para lograr un diagnóstico más preciso; y dio su punto de vista respecto de la eficacia de las Áreas Marinas Protegidas y los objetivos fijados por Naciones Unidas del 30% de protección.
“Tuvimos un proyecto que duró varios años y teníamos experiencia en tomar temas que eran controversiales y tratar de iluminarlos desde la ciencia y la información más dura. Nos fue bien con el estado de las pesquerías, tuvimos un panel de gente que pensaba muy distinto y salió una base de datos importante que es la que hoy usan en muchos trabajos para saber el estatus de las pesquerías evaluadas. Con la misma filosofía, a Ray (Hilborn) se le ocurrió abordar el arrastre”, cuenta Ana Parma con la sencillez que la caracteriza.
Dando detalles sobre la metodología de estudio, cuenta que tuvieron la oportunidad de realizar un gran número de talleres con investigadores de todo el mundo, para recabar información de grado fino: “Intentamos cubrir las plataformas poniendo una base de datos y desarrollamos una metodología para estimar la huella del impacto ecológico, la frecuencia del disturbio y luego ir un poco más allá, porque dependiendo del tipo de fondo que estés impactando es el impacto ecológico que tiene”, señaló.
Para el análisis, cuenta que lo que se hizo fue “poner una capa que mide la intensidad de pesca en términos de cuál es la frecuencia del disturbio en un punto tomado al azar, junto con una capa de tipo de sedimento y después estimar la huella para los distintos artes de pesca. Luego hicimos una revisión de la literatura internacional para ver cuál es la tasa de recuperación experimental, para eso se realizó un metaanálisis, que es tratar de poner resultados medios dispares para tratar de sacar parámetros y así saber, una vez que pasa la red, cuánto mata de lo que está en el fondo y después una tasa de recuperación, que nos dice cuánto tarda esa comunidad en volver. Estos parámetros dependen del tipo de fondo, porque, en términos muy groseros, si tomás un arrecife de coral no va a recuperar nunca, pero los fondos de arena son los que recuperan más rápido, entonces ponemos la frecuencia del disturbio con los parámetros de recuperación para tratar de ver qué porcentaje en promedio estarías afectando. Eso lo hicimos para las plataformas que pudimos y para Argentina teníamos nada más que dos años de datos porque me costó mucho”, detalló.
REVISTA PUERTO: ¿Qué resultados obtuvieron para Argentina?
ANA PARMA: En base a esos años el impacto no dio muy alto, fue moderado, para un país arrastrero los datos no eran alarmantes para nada.
RP: ¿Por qué se tomaron sólo dos años? ¿Qué tipo de datos necesitaban?
RP: Porque fue muy difícil llegar a tener la información. Necesitábamos el dato satelital en conjunto con el dato de parte de pesca, no en términos de captura, pero si con algo de la característica de la operatoria para saber qué tipo de arte usaban. Porque lo que necesitamos es saber con qué velocidad están trabajando, el ancho entre portones y eso depende del barco y la especie objetivo. Tuvimos un convenio con CONICET, existía la intención de hacerlo, pero fue muy complicado y terminamos haciéndolo con esos dos datos que teníamos. Recién ahora, cuando volví a la carga y hablé con el Consejo Federal Pesquero, logré que se entendiera la importancia de ampliar el conocimiento. Les expliqué que si no hacemos el análisis como se debe hacer, es fácil hacer el análisis a una escala espacial inapropiada y se terminan exagerando los impactos. Les mostré un caso en el que habíamos tomado datos de AIS de otras fuentes reanalizado para demostrar que cuando se reduce la escala espacial, lo hacés más fino y te baja un montón. Les dije que poner la información sobre la mesa es fundamental, esencialmente para defender la pesca de arrastre, porque habrá lugares donde no conviene arrastrar y otros donde el porcentaje impactado no es tan grande.
RP: ¿Tiene lógica esta lucha por terminar con el arrastre o es hija de la desinformación y de un ecologismo extremo?
AP: Depende, si vas a trabajar sobre un hábitat vulnerable no se va a recuperar más, tarda más de cien años, no hay manera de pescar ahí sin destruirlo. Si vas a pescar en un fondo de arena, se recupera. Si la frecuencia de disturbio no es tan alta, no es necesario prohibir, es como cualquier actividad productiva, va a tener un impacto y tenés que medirlo en términos relativos a otros impactos. Cuando la discusión se plantea en el vacío, diciendo hay que prohibir esto porque impacta, con ese criterio también tendríamos que prohibir la soja. Por eso en el trabajo tratamos de comparar el impacto respecto de otras fuentes de producción de proteínas.
RP: ¿Qué dato destacable encontraron en el proceso de estudio?
AP: Uno de los resultados importantes de nuestros estudios fue que en mares donde la tasa de pesca es compatible con la sostenibilidad de las especies objetivo, es decir si estás pescando la merluza bien y no la estás sobrepescando, en general tenés un montón de beneficios ambientales que vienen juntos. Y cuando miramos la huella ecológica en relación a la mortalidad por pesca, lo que nos dio fue que las pesquerías que se han sostenido en niveles sustentables, tienen impactos ambientales extra especie objetivo que tampoco son tan alarmantes. Es decir que mantener un sistema armónico disminuye el impacto.
RP: ¿El ambientalismo no termina viendo todo desde un compartimiento estanco?
AP: Así es, no tiene en cuenta la alimentación, el empleo, nada… Lo que nosotros podemos ofrecer es tener indicadores que se puedan calcular de manera regular, que no sea un estudio cada tanto, sino que estén, que de la misma forma que decimos la mortalidad por pesca es tal, poder medir el impacto y la recuperación. El estado de los fondos no los podemos medir, Argentina tiene mucho déficit en la información sedimentaria, así que la parte de caracterizar las comunidades, que es otra pata del análisis, es medio fragmentario. En el proyecto de FAO se está tratando de recopilar toda la información existente que está toda desparramada en las distintas instituciones, respecto de granulometría, no tanto de comunidades porque a partir del tipo de sedimento ya podés decir bastante. Pero si podemos saber lo que podemos esperar del impacto: si ésta es la frecuencia de disturbios y este es el tipo de fondo y esto es lo que yo espero.
RP: ¿Lo planteado es posible de medir entonces?
AP: Sí, por eso esta metodología es buena, porque está pensada para trabajar en lugares donde no tenés información. A partir de la charla en el CFP, Calos Liberman entendió que no compartir la información no te lleva a ningún puerto. Si no lo mostramos nosotros lo van a mostrar peor, porque lo van a analizar con sesgo. Yo no voy a sesgar, nosotros lo hicimos con un kilómetro cuadrado de pixel, pero si usamos diez kilómetros cuadrados nos va a dar una pintura completamente distinta. Ya tengo la base de datos y ahora se incorpora el investigador Ricardo Amoroso a trabajar con nosotros. Llevo décadas intentándolo, como era un proyecto internacional despertaba suspicacias, había gente inglesa, científicos intachables… así que costó. Malvinas no entró y eso quedó claro desde un principio. Son temores, nos decían que en otros lugares tenés reglas de confidencialidad y en esos casos firmamos, no tenemos problema con eso, pero acá no teníamos esa posibilidad porque lo único que había era temor y es difícil navegar alrededor del temor que no tiene reglas claras.
RP: ¿Ya se sabe el tiempo que tarda en recuperarse un fondo?
AP: Si estás pescando en un fondo de arena la tasa de recuperación es tan grande que si tenés un par de disturbios por año lo aguanta. La longevidad de los bichos está asociada a la tasa de recuperación. Lo que estimamos a nivel mundial, es que la mayor parte de las zonas que pudimos analizar, las comunidades están en el valor esperado, la mayoría están por arriba del 90%.
RP: ¿Qué piensa de las AMP como herramientas de preservación?
AP: El problema con los targets de protección del 30% es que pasan a ser un objetivo en sí mismo y en realidad el objetivo debiera ser la protección que podrías lograr y esa protección depende del lugar en el que la estés poniendo, para qué tipos de problemas y si hay otras formas de proteger… Si me decís que vas a proteger la merluza con un área protegida, quién sabe… quizás en la zona de Isla Escondida por cuestiones reproductivas puede servir, pero el resto no, es una pesquería que se maneja con cuota que es la mejor forma. Para eso hay otras herramientas mucho más adecuadas. Si querés proteger el banco Burwood y los hábitats vulnerables sí porque el problema es espacial y el área protegida va a ser la herramienta más clara. Por eso, depende del tipo de problema que querés atacar y el objetivo. Por ejemplo, el Frente Patagónico es un área fundamental, no digo que esté mal buscar protegerlo, pero la pesca no va a mover el Frente, no va a sacar las larvas de anchoíta, pero si se quiere proteger al Frente de la explotación petrolera se puede dar una protección especial y podrás decir en el plan de manejo cuáles son los usos o cuáles no.
RP: ¿Con el Agujero Azul sucede algo similar?
RP: Con el Agujero Azul pasa lo mismo, dependerá de si se quiere proteger los cañones… El tema es que no se especifica qué y por qué lo querés proteger, es un área productiva sin dudas, si preocupa el impacto de la pesca sobre los fondos eso sí se puede proteger cerrando áreas, liberando algunas, definiéndolo también en un plan de manejo. Pero que el área sea productiva no quiere decir que deba convertirse en área protegida, no digo que sí ni que no, sino que hay que especificar cuál es el objetivo y cuál es el problema que querés abordar y ver si se aborda mejor con otra herramienta o no. Si es el estatus de la merluza, habrá que tener una buena estrategia de cosecha, una buena forma de determinar las cuotas y una buena implementación y seguimiento de la efectividad, esa es la herramienta más clara para lograrlo.
RP: ¿Entonces el 30% de protección fijado por las Naciones Unidas no sería razonable?
AP: Para mí los targets del tanto por ciento no tienen base científica, son aspiracionales y después nadie sabe bien qué es lo que va a contar en ese target, ojalá cuenten otras medidas de manejo. En estos momentos hay una gran batalla porque ya muchos países adhirieron al 30% de protección, pero sin que estuviera muy claro qué significaba, ahora se está viendo que hay otras áreas de protección espacial que no son áreas protegidas, que pueden ser pesqueras.